Prótesis, la alternativa cuando la pastilla azul no funciona

Cuando los fármacos no funcionan, la única solución para la disfunción eréctil y disfrutar de relaciones sexuales son las prótesis de pene, según los dos urólogos que nos han explicado los beneficios y los riesgos de esta cirugía mínimamente invasiva.

 

Las prótesis de pene existen desde hace más de 70 años (las primeras se diseñaron en 1949), pero fue en 1975 cuando se crearon los modelos actuales. Desde entonces, han avanzado mucho y aquellos primeros modelos rudimentarios se han perfeccionado, tanto en los materiales empleados como en la regulación de rigidez.

Gracias a esta evolución y a que se trata de una cirugía no invasiva con un reducido riesgo de complicaciones, y dada la alta satisfacción de los pacientes (del 95%), cada vez más hombres están dispuestos a decirle adiós a las pastillas azules y a las inyecciones para la disfunción eréctil y deciden operarse.

Estos mecanismos “representan un salvavidas sólido y eficaz para la vida sexual de muchos pacientes que, desalentados por la falta de respuesta a los medicamentos, abandonan su bienestar sexual”, afirma el doctor Juan Ignacio Martínez-Salamanca, coordinador del Grupo Uro-Andrológico de la Asociación Española de Urología (AEU) y director médico de Lyx Instituto de Urología.

Las prótesis de pene están orientadas a los pacientes que no responden a los tratamientos farmacológicos, pero también ahora ya se recomiendan para cualquier hombre que así lo quiera, como explica Martínez-Salamanca: “Si en los últimos años los cirujanos y las guías recomendaban las prótesis de pene solo en caso de fracaso de otras terapias conservadoras para la disfunción eréctil, ahora también se recomiendan a aquellos pacientes que, a pesar de respondan a dichas terapias, prefieren una solución definitiva”. El urólogo añade que también están indicadas en casos de enfermedad de Peyronie, donde pueden ser útiles tanto para corregir las deformidades generadas como para tratar cualquier tipo de disfunción eréctil asociada.

En la misma línea, Francois Peinado Ibarra, jefe de urología del Hospital Ruber Juan Bravo, detalla que las prótesis para los genitales están orientadas a quienes las pastillas les han dejado hacer efecto y no quieren probar las inyecciones: “Son la única solución satisfactoria, y con una tasa de éxito garantizado”. Y no importa la edad, también se ponen en personas jóvenes. Son muy habituales en pacientes con disfunción eréctil tras ser operados por un cáncer de próstata.

 

Tipos de prótesis de pene (y para quién está indicado cada uno)

La prótesis es un dispositivo que se introduce dentro de los cuerpos cavernosos del pene. Su objetivo, aclara Peinado, es darle dureza al miembro viril. Es decir, “reproducir la erección fisiológica y permitir que se vuelva duro para posibilitar una penetración adecuada”. Básicamente, existen dos tipos de prótesis, indican ambos urólogos.  

  • Prótesis hidráulicas o de tres componentes (también conocidas como hinchables): son las que más han avanzado, con materiales más resistentes y que aportan una mayor rigidez, con la inclusión de cobertura antibiótica y con variantes adaptables al tamaño y la anatomía del paciente. “Están formadas por dos cilindros conectados a una bomba de control. Esta última está unida a un pequeño reservorio que contiene líquido. Los cilindros se colocan en el pene, de tal forma que el paciente, al presionar la bomba situada en el escroto, hace que el líquido del reservorio se mueva a los cilindros que, inflándose, consiguen la erección”, detalla Martínez-Salamanca.“No se ve absolutamente nada de la prótesis, y tampoco necesita ni estímulo sexual, ni estar pendiente de la pastilla”, describe el doctor Peinado. “Cuando el paciente ha terminado su actividad sexual, mediante otro botón de la bomba, el líquido vuelve al depósito y los cilindros se vacían, haciendo que el pene vuelva a la condición de reposo”, explica Martínez-Salamanca.

    Como sucede en las operaciones, tras colocar la prótesis se forma una cicatriz, pero esta desaparece y no se nota nada, enfatiza Peinado: “Si el paciente está desnudo delante de alguien, nadie va a saber si tiene una prótesis, no hay nada que se vea por fuera”. Se trata de una cirugía mínimamente invasiva que requiere de menos de un día de ingreso. Luego, el paciente retoma su actividad habitual enseguida. Desde que se pone hasta que se puede utilizar pasan cuatro semanas para dejar que cicatrice y luego comienza un periodo de práctica con masturbación para tener un conocimiento completo de uso.
      

  • Prótesis maleables semirrígidas: son las más básicas, y constan de dos cilindros de silicona (reforzados por un núcleo de metal) que se introducen en los cuerpos cavernosos y “el pene está siempre como en una semierección. Cuando el paciente quiere tener una relación sexual pliega o dobla esos tubos y el pene se pone erecto del todo. Y cuando termina, se doblan de nuevo y vuelven a la posición anterior”, especifica Peinado.”Se pliegan hacia arriba manualmente para crear el efecto de un pene erecto y se pliegan hacia abajo cuando el pene está en reposo. A diferencia de las hinchables, en este caso hay siempre un cierto grado de rigidez, esto significa que pueden ser “más visibles” en condiciones de actividades no sexuales y, ocasionalmente, se benefician de una rigidez adicional al poder mantener una cierta erección basal”, recalca Martínez-Salamanca.

    Este tipo de prótesis para el miembro viril están pensadas para personas con dificultades en el manejo de las manos, por ejemplo, quienes padecen artrosis o un problema neurológico o de obesidad y no alcanzan con la mano al escroto. “Es un mecanismo más sencillo, no se necesita pulsar ningún botón, simplemente se activan con el gesto de doblarse el pene”, precisa Peinado.

¿En qué consiste la operación?

Martínez-Salamanca indica que la operación se puede realizar tanto con anestesia general como raquídea. “Después de una higiene minuciosa del área genital, incluido el afeitado, comienza la operación”.

En el caso de las prótesis hinchables, comenta Martínez-Salamanca, se realiza una incisión en el escroto, a través de la cual se introducen dos cilindros en el cuerpo del pene conectados a la bomba de control que se coloca dentro del escroto. La bomba está conectada al reservorio que, generalmente, se coloca dentro de la pelvis para que pase desapercibido en la vida diaria. “Normalmente no se realiza más de una incisión y todo se realiza a través de una única e inicial incisión escrotal que quedará oculta por los pliegues naturales de la piel escrotal”.

Otro posible abordaje -continúa Martínez-Salamanca- es “a través de una incisión púbica, por encima de la raíz del pene, que implica los mismos pasos. Actualmente no existen diferencias significativas entre las dos posibilidades y, por lo general, es el cirujano quien decide cuál es la mejor opción para cada paciente”. 

En el caso de prótesis maleables, la operación es más sencilla ya que consiste únicamente en implantar los cilindros en el pene. También, en este caso, existen diferentes abordajes entre los cuales el más utilizado es el que se realiza a través de una incisión en la piel del prepucio previa circuncisión.

Riesgos de la cirugía de prótesis de pene

El principal riesgo de la operación de prótesis de pene es la infección, que es muy bajo (menos de 1%), aunque es mucho más alto en los pacientes con diabetes. También pueden aparecer hematomas o erosión tisular, “aunque recientemente la tasa de estas complicaciones se ha reducido significativamente gracias a la evolución técnica de las prótesis, así como a protocolos más precisos en cuanto a esterilidad y antibioticoterapia”.

Por otro lado, el riesgo de realizar una cirugía de revisión por mal funcionamiento o rotura del dispositivo está siempre presente, precisa Martínez-Salamanca, aunque las tasas se han reducido notablemente. Asimismo, el riesgo aumenta si el paciente presenta enfermedades que reducen la capacidad de cicatrización o enfermedades que aumentan la posibilidad de infecciones como, por ejemplo, la diabetes mal controlada.

Peinado explica que las prótesis de pene ofrecen una duración de como poco de entre 10 y 15 años. Cuando empiezan a fallar o si el paciente quiere cambiarla antes de que dé problemas porque quiere ponerse otra más avanzada, se cambia sin ningún problema.

Beneficios para los pacientes

El doctor Martínez-Salamanca explica las dos ventajas de las operaciones de prótesis de pene para los pacientes.

  • Efectividad: “Se trata de un tratamiento definitivo cuya tasa de satisfacción es excelente. Según los últimos estudios, 9 de cada 10 pacientes, y sus parejas, están muy satisfechos y recomiendan a otros pacientes esta cirugía”.
  • Espontaneidad: “A diferencia de ciertos fármacos que obligan al paciente a planificar su actividad sexual puesto que hacen efecto tras un tiempo, la prótesis de pene permite al varón tener una erección en el momento que él desee, aumentando por tanto su calidad de vida y satisfacción sexual”.